"¿Es éste?", preguntó un esbirro de los sacerdotes de Jerusalén. "Sí", contestó Judas. Aún no sabía el porqué de su propia respuesta. Cuando se llevaban a Pedro, Jesús gritó que era él a quien buscaban. No le creyeron. Y Cristo estranguló con sus propias manos a Iscariote. Maelstrom
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