Degustar la ciudad es recorrer sus calles observando desde la acera los edificios de enfrente mientras la imaginación fantasea con las historias que ahora y siempre se habrán vivido tras sus paredes. Hoy lo acabo de hacer, transitando la Gran Vía de principio a fin y después de fin a principio. La cámara de fotos me ha acompañado. El placer ha sido tan profundo como el que experimenté las quince o veinte ocasiones anteriores que lo hice. Igual que hacer el amor no cansa tampoco el ojo renuncia. jose cancio
Estoy completamente de acuerdo, sacarle a nuestro entorno de la cotidianidad y recorrerlo como un turista, es un placer a nuestro alcance, pese a lo cual no lo hacemos casi nunca.
ResponderEliminarUn saludo.
Y si de la Gran Vía se trata es muy recomendable levantar la mirada y descubrir "otra ciudad".
ResponderEliminarUn saludo.
Lagartojuancho8
Hay edificios espléndidos en la Gran Vía, así como en los comienzos de Velázquez y Príncipe de Vergara, sin olvidad el imponente lienzo de Alfonso XII.
EliminarEl interesante Hotel Florida, en pleno Callao, fue el lugar de referencia de periodistas, escritores, espías y brigadistas durante la guerra civil. Desgraciadamente, ya no podemos venerar su impecable traza porque fue demolido por la inculta corruptela en 1964 para ser sustituido por la espantosa y nada sugerente fachada de unos grandes almacenes
Si no se enfada Marga, le diré que la mirada del turista no basta, hay que saber observar un edificio, de igual modo que hay que saber comtemplar y comprender un cuadro del Prado.Plantificarse frente a Las Meninas y admirarse de su grandeza no es otra cosa que satisfacer a la opinión prejuiciada de la que no sabemos sustraernos. Precisamente, cuando se inauguró el Museo no ocupaban el sitio de honor que nuestra civilización le ha otorgado.
Me da lástima ver a la gente pasar de largo frente a las maravillas de Ribera o Tiziano o los primitivos flamencos, para rendir culto a los únicos que se lo merecen (velázquez, Goya..)y al anecdotario asombroso y divertido de El Bosco, donde, por cierto, se suelen arremolinar los japoneses. Digo yo que se deben sentir fascinados por el minimalismo y lo diminuto....
Por último, el chef recomienda subir a la terraza del Círculo de Bellas Artes. Se divisa desde allí un Madrid celestial.
La Gran Vía, como el Paseo deGracia, por decir, son un mundo tan rico, cambiante y lleno de vida, que jamás se acaba de descubrir, porque siempre te susurra al oído nuevos sones. Te depara a la vista nuevas ilusiones, y al olfato el aroma de nuevos y renovados aires.
ResponderEliminarUn brindis por las avenidas, vivas y abiertas a los sueños íntimos que cada paseante posee al recorrerlas.
Un saludo.
Desde luego que sí. Naturalmente, cada uno se sensibiliza más con las percepciones diarias de la ciudad donde vive. Mi comentario es una invitación a que sintamos la inquietud de conocer las huellas históricas que nada como un edificio es capaz de mostrar en su piel.
EliminarNo soy de Madrid, y quizá esa razón, unida a mi deformación profesional, me exija homenajear a esta ciudad que es sagrada y a la vez de todos.