Destituido de su puesto como editor se fabricó una corbata de mecate con un nudo grande y tosco. Vistió traje, camisa y mancuernas nuevas, se colocó la corbata, dijo una plegaria y, cuando estaba todo listo... pospuso el intento a causa de su incapacidad de redactar una nota de suicidio satisfactoria. Para alguien que se gana la vida escribiendo, dejar este mundo con una despedida acorde debe ser casi una exigencia, aunque sea por pura vergüenza.
Miguel díaz Mirón Keusch
Miguel díaz Mirón Keusch
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ResponderEliminarque aquí se quedó, parado y encima frustrado por no poder irse con la dignidad que su puesto exigía, !Qué faena!
Hola marga!
ResponderEliminarImagínate, como si no fuera poco el peso de la desición, ahora a vivir frustrado o mejorar la técnica.