Recorrió mi cuerpo en un abrazo interminable, delicado, con lentísimas y sensuales caricias de abajo arriba, escalofriándome… No llegamos a nada; al rozarme la boca me asusté y le dejé plantado en la orilla de la playa, pero aprenderé a nadar y seré yo quien conquiste al mar.
Ángeles Sánchez Gandarillas
Ángeles Sánchez Gandarillas
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