Nunca un repicar de campanas sobre las frías cruces me sonaron tan invernales en éste verano de muertos, callan los pájaros de los lustrosos y exuberantes jardines, y nadie parece padecer la alegría de tan luminosa estación. El escandaloso piar de las golondrinas escasean por las angostas callejuelas en ruinas, y rara vez observo el paso de alguien que fuera, todo parece sufrir de un letargo angustioso y cruel. El gentío palidece bajo sus propias sombras y hasta el Sol parece brillar sin su habitual calor, las abejas tiritan dentro y fuera de sus gélidas colmenas ¿Qué serán de las flores? me pregunto. Un niño avispado, observa ensimismado, como de un nido sobresalen unas rosadas y chillonas piadas repletas de arácnidos, se relame el estómago y llora el verano de sus días. ¡Quisiera ser ave! se exclama confundido.
Ramón María
Ramón María
Más raro fue aquel verano.... que no paró de nevar!!!
ResponderEliminarNo entiendo tu comentario marga, perdona mi ingenuidad fingida. jejeje.
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