Mediada la noche me levanto furtiva de la cama para espiar sus neveras. Me gusta observar los estantes bajo la cálida luz de su amanecer portátil. Oír el runrún del motor arrancando, dándome una bienvenida gruñona y, sobre todo, comprobar el orden, la limpieza de las hueveras; la acertada disposición de las botellas en la puerta; el estado de las verduras conteniendo su aliento húmedo en el cajón. Si me agrada lo visto, vuelvo a la cama: merece la pena intentarlo. Si no, dejo una nota a mi fugaz amante y marcho. Los frigoríficos dicen la verdad. Ellos saben. www.lalenguasalvada.blogspot.com
La lengua salvada (Mikel Aboitiz)
La lengua salvada (Mikel Aboitiz)
Curiosa mezcla de promiscuidad y perfeccionismo. El relato me gusta, la tipa no. Por el perfeccionismo, por supuesto.
ResponderEliminarEl Manco.
Esta chica está un poco despistada, se fija en los huevos y en las berenjenas en el lugar equivocado, ja ja ja...
ResponderEliminarMe ha encantado lo del amanecer portátil.
ResponderEliminarY estoy de acuerto; cuanto revelan sobre nosotros nuestros frigoríficos.
A partir de ahora cuando vaya a una casa, derechita al frigo, es poco fino pero esclarecedor, jeje.
Un saludo.