María se miró al espejo y sonrió. Su mísera felicidad de pobreza absoluta contrastaba con la tristeza opulenta de su vecina.
–Te cubriré con oro y diamantes –escuchó un día.
Menos mal que no se lo dijeron a ella.
–Contigo, pan y cebolla –sí le dijeron.
Ella aceptó y no se arrepintió. A solas, su vecina lloraba.
Fernando da Casa de Cantos
–Te cubriré con oro y diamantes –escuchó un día.
Menos mal que no se lo dijeron a ella.
–Contigo, pan y cebolla –sí le dijeron.
Ella aceptó y no se arrepintió. A solas, su vecina lloraba.
Fernando da Casa de Cantos
Para mí que esa vecina era la mujer de Bárcenas.
ResponderEliminar