(Únanse las primeras letras de cada párrafo para formar una palabra).
Fue una sorpresa aquel letrero: “Monasterio cisterciense a 5 kilómetros”.
A pesar de haber circulado varias veces por aquella carretera no lo había visto antes.
Nunca resisto la llamada del arte, así que, aunque ya anochecía, tomé inmediatamente la desviación.
Todo era soledad y silencio alrededor de aquellos muros sombríos en cuya puerta abierta nadie me detuvo.
Anduve por claustros y galerías en una semioscuridad lúgubre que habría sobrecogido a otro menos absorto en admirar arcos, cúpulas y capiteles, hasta que desemboqué en el espacioso refectorio.
Sí que me sobresalté entonces, pues, sentados a la mesa, veinte frailes encapuchados me miraron, pero al acercarme descubrí que bajo sus capuchas ¡no había nadie!
Mi carrera fue alocada e interminable y las bóvedas devolvieron el eco de mis gemidos.
Al día siguiente el letrero había desaparec ido y en lugar del monasterio únicamente encontré campo y, como el anterior anochecer, soledad y silencio.
El Manco del Espanto
Fue una sorpresa aquel letrero: “Monasterio cisterciense a 5 kilómetros”.
A pesar de haber circulado varias veces por aquella carretera no lo había visto antes.
Nunca resisto la llamada del arte, así que, aunque ya anochecía, tomé inmediatamente la desviación.
Todo era soledad y silencio alrededor de aquellos muros sombríos en cuya puerta abierta nadie me detuvo.
Anduve por claustros y galerías en una semioscuridad lúgubre que habría sobrecogido a otro menos absorto en admirar arcos, cúpulas y capiteles, hasta que desemboqué en el espacioso refectorio.
Sí que me sobresalté entonces, pues, sentados a la mesa, veinte frailes encapuchados me miraron, pero al acercarme descubrí que bajo sus capuchas ¡no había nadie!
Mi carrera fue alocada e interminable y las bóvedas devolvieron el eco de mis gemidos.
Al día siguiente el letrero había desaparec ido y en lugar del monasterio únicamente encontré campo y, como el anterior anochecer, soledad y silencio.
El Manco del Espanto
Original y sobrecogedor al mismo tiempo. Buen relato
ResponderEliminarMuchas gracias, anónimo, por tu estimulante comentario. Un abrazo.
EliminarMe ha encantado, se puede visualizar con claridad, al asustado con taquicardia correteando sin rumbo conocido, en las tinieblas de ese fantasmagórico y fantástico lugar. Enhorabuena.
ResponderEliminarGracias, Carmine, tu generoso comentario es un lujo. Por cierto, fui yo quien prolongó tu "Comienzo prometedor", deseo que mi atrevimiento no te haya molestado, simplemente me pareció que habías abierto un buen tema que pedía más carrete. Un saludo muy cordial.
ResponderEliminarGracias a ti siempre, por compartir esas atmósferas para mi visuales. La prolongación del cuento me hizo mucha gracia, lo único que finalizó con la muerte de los dos no dejaste títere con cabeza, gracias igual por tus comentarios a mi me hacen mucha ilusión soy aprendiz y siempre motiva que alguien lea y se moleste en comentar para bien o para mal o le inspire para algo. Un abrazo.
EliminarSi, la muerte tiene mucha pegada, se cuela en mis relatos con cierta frecuencia. En cuanto a ti, te leo con placer, persiste en tu empeño. Otro abrazo para tí y felices fiestas.
EliminarSi en algún sitio es fácil imaginar fantasmas es en un monasterio o una iglesia desierta y semi en ruinas !Y cuanto más creible un hábito que una sábana! Buen relato, manco.
ResponderEliminarFelices días y un beso.
Gracias, Marga, se te echaba de menos. Otro beso para ti.
Eliminar