Como tantas veces había hecho de niño, cogió el cubito rojo, el rastrillo, la pala, se caló el gorro hasta las cejas y se acercó a la orilla buscando la arena húmeda, eligió el mejor sitio, se arrodilló y comenzó a cavar por aquí y por allá, rastrilló, alisó, levantó paredes, hizo fosos, puentes, escaleras y murallas, en a penas unas horas tenía un hermoso castillo.
Ensimismado se puso en pie para mirar desde otra perspectiva, se retiró unos metros, la marea subía a hurtadillas era el momento de contar las olas, en la séptima sabía que también esta vez lloraría.
Carmine
Ensimismado se puso en pie para mirar desde otra perspectiva, se retiró unos metros, la marea subía a hurtadillas era el momento de contar las olas, en la séptima sabía que también esta vez lloraría.
Carmine
0 comentarios:
Publicar un comentario