sábado, 1 de junio de 2013

LA MERIENDA

Mientras merendábamos sentados en el bordillo de la acera charlabámos sobre nuestras expectativas de futuro. María desmenuzaba a miguitas su bocadillo, y echando la cabeza hacia atrás con coquetería, nos anunciaba que iba a ser actriz. Y modelo. Marta con restos de chocolate en los labios confesaba que le gustaría ser abogada, o presidenta, para arreglar este mundo que los mayores decían que estaba tan mal. Jorge, nuestro sensible y delicado amigo quería ser diseñador, o peluquero. Llegó mi turno. Sentí el rubor subir a mi cara. “No lo sé”, -dije bajito-, en casa dicen que no sirvo para nada.

Yolanda Nava

viernes, 31 de mayo de 2013

666

Atardecía un día más alrededor de la mesa exagonal, el sexto día de junio (mes en que nací, que no el día). Una hermosa dama se prestaba (no muy cómoda) a nuestros designios, ésta vez, yo era el agasajado. Siempre les dije que ésta forma de celebración no me entusiasmaba mucho, prefiero la carne joven, ni infantil ni madura, joven. Frente a mí, la dama a punto de parir un vástago que para nadie seria, bueno, para mí sí. Todos me observaban mascullando -los muy cabrones- otra vez pondrá mala cara. Me levanté cuchillo en mano, miré aquella hermosa eternidad reflejada en sus ojos, y desde sus areolas tracé una cruz invertida, siempre fui delicado en éstos menesteres, y para cuando quiso enterarse, un grito de la infecunda vida llamó a mi boca destellando una dentellada que hasta la propia madre me lo agradeció. Lo que más me jode, es que saben a pescado, y odio el pescado, a no ser que sea agasajado por una deseosa madre presta al degüello sexual (final fe liz).

Ramón María

Los sonidos del silencio

El sonido del pasado nos acompaña para siempre; hay músicas que nos transportan a la adolescencia, frases que resucitan a personas ya perdidas y timbres que nos hacen sentir libres como si ya hubiera acabado una clase. Por eso, siempre prensé, que echaría de menos tu voz; esa voz que dulce o crispada, me acompañó durante media vida, pero no fue así, Unos timbres sustituyeron a otros y la vida siguió, con otros sonidos, pero siguió. Pero hay una circunstancia en la que nunca he podido sustituirte… en el silencio. El silencio ha dejado de abrigarme y de ser un refugio frente a las tormentas. Ahora el silencio tiene que ver con la soledad y el desánimo. Ahora el silencio se ha convertido en tu ausencia.

desasosegada

lunes, 27 de mayo de 2013

Contrasentido

El cabo Hopkins repartía las cartas con la izquierda. El mismo lado al que, de manera obsesiva, aparecieron inclinados todos los cuadros de su camarote o miraban los cientos de fotografías de su perfil. Siempre viajaba a babor y de todos era sabido que sus tendencias políticas se inclinaron hacia éste mismo flanco, bolchevique empedernido. Yo estuve en su entierro, cuando le dieron sepultura lo hicieron sobre su costado derecho. Descanse en paz.

Montesinadas