El cabo Hopkins repartía las cartas con la izquierda. El mismo lado al que, de manera obsesiva, aparecieron inclinados todos los cuadros de su camarote o miraban los cientos de fotografías de su perfil. Siempre viajaba a babor y de todos era sabido que sus tendencias políticas se inclinaron hacia éste mismo flanco, bolchevique empedernido. Yo estuve en su entierro, cuando le dieron sepultura lo hicieron sobre su costado derecho. Descanse en paz.
Montesinadas
Montesinadas
La vida es paradógica, pero anda que la muerte... mira supe de una señora forradisima que legó toda su fortuna a la parroquia con la única condición de que la enterraran en un sitio desde donde se viera el mar, así lo hicieron los curas, pero al año construyeron y allí está la buena señora frente a un muro de apartamentos.
ResponderEliminarun saludo.
Pero Marga, por favor, ahí hay materia para un microrrelato genial. Estaría mejor en la sección de microrrelatos que en la de comentarios.
EliminarEl Manco.
jajajaja, marga increíble historia como dice El Manco, y me alegro de haber atinado un poco en esa línea con este micro.
ResponderEliminarAbrazos y saludos a todos
Claro que si la buena señora es cotilla, a saber todo lo que va a poder cotillear con tanta ventana enfrente día y noche. Porque los atardeceres marinos son maravillosos, pero vistos cinco seguidos, vistos todos. En cambio las peleas conyugales... las reconciliaciones... mmmmmm... la ventana de una ducha entreabierta... mmmmmm... No sé, no sé, si me diesen a elegir tendría mis dudas.
ResponderEliminarEl Manco.