He pasado el invierno esperando que se desencadenara una buena tempestad y … ¡mira que ha llovido este invierno! pero nada de fundamento; todo eran lloviznas, calabobos, chirimiris y otras morondangas.
Sin embargo eso no era suficiente para mi propósito, lo que yo necesitaba era una tormenta de esas que hacen temblar la tierra e iluminan el cielo nocturno con venas incandescentes. Una tormenta de las que sobrecogen a los hombres de buena voluntad y acojonan a los de mala.
Hoy, por fin, he podido contemplar como se avecinaba la tempestad perfecta.
Así que aprovechando la mascletá del universo he salido sigilosa de mi habitación y me he dirigido a la tuya y… de este modo, sin dejarte emitir una sola palabra me he metido en tu cama.
Todo ha salido como lo había soñado y por fin hemos podido amarnos arrullados por la ira del universo y por los confiados ronquidos que desde su habitación emitían tus padres.
desasosegada
Bravo, amor con traca final. Una escena digna del arca de Noé. Bien escrito, Marga. Saludos de El Manco.
ResponderEliminarOjalá tronara más a menudo. . Me gusta lo de sin dejarte emitir una sola palabra me he metido en tu cama. Es posesivo e irresistible .Saludos
ResponderEliminarEscrinimbos