Al salir a la calle ya sabia a donde iría, aunque no quisiese pensar en ello. El azar o el vagabundeo le parecían menos ridículos que la premeditación para ir a casa de Andrea. Llovía mansamente, sin prisa alguna. Las nubes pueden permitirse el lujo de la pereza en S. Sesteando , se dejan caer de vez en cuando hasta casi tocar el suelo , envolviendo la ciudad en un gris húmedo que amortigua los ruidos y ralentiza el tiempo. Recorrió las calles de la zona vieja. Noviembre es un mes maravilloso para pasear por S. Libre al fin de su condición de decorado para turistas, le recordó a la ciudad que guardaba en su memoria, mojada y melancólica. Silenciosa. Al llegar al portal de Andrea encendió un pitillo para darse tiempo a recordar porqué había llegado hasta ahí
escrinimbos
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El Alzheimer, que es muy malo. Y el tabaco no ayuda..
ResponderEliminarS se parece, ahora mismo, a mi ciudad, llueve mansamente, con ese cansancio que empapa los huesos más que el paraguas.
ResponderEliminarSaludos desde B.
Respecto al primer comentario decirte que no me aporta nada . Ojalá fuera una crítica pero no acierto a verlo más que como un chiste fácil (tan fácil como mi relato posiblemente). En cuanto al de marga te invito a que leas un artículo de mi paisana martina bastos sobre la lluvia. Lo puedes encontrar en la revista etiqueta negra , en Google puedes buscarlo . Es delicioso. Un saludo desde S.
EliminarMuchas gracias por el consejo, me ha encantado.
ResponderEliminarUn día hablando con una amiga de S. comenté que recordaba que de niña siempre llegaba al colegio con los pies frios y ella me dijo... yo no, yo los recuerdo húmedos.
Yo también recuerdo la lluvia presente en tantos acontecimientos de mi vida, tantas bodas o entierros por ejemplo.También estar todo la mañana con los calcetines mojados en clase , jugar en el patio mojado...como dice martina en su artículo aquí caen 10.000 vasos de agua por m2 al año. Un abrazo y lee más cosas de Martina bastos que merece la pena.
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