Le deseé que tuviera un buen turno.
–¿Alguna novedad? –me preguntó.
–El departamento de los chivos expiatorios va como siempre –le dije–. Por cierto, creo que hay un Martínez Martínez en la lista.
–¿Martínez Martínez?
–Sí. Te ha tocado. Je, je.
–Ese tipo es insoportable.
Mientras me ponía la cazadora me di cuenta de que, preocupado, repasaba los nombres.
–¡Eres un mentiroso!
–Ja, ja.
–No, si seguro que el tipo ese se presenta. Con la suerte que tengo.
–Bueno. Que me voy. ¡Suerte!
Afortunadamente, no había nadie en el callejón. Hace tiempo que salimos por la puerta de atrás. Muchos ya no se conforman con gritarnos.
Juan Pedro Ortega Sánchez
–¿Alguna novedad? –me preguntó.
–El departamento de los chivos expiatorios va como siempre –le dije–. Por cierto, creo que hay un Martínez Martínez en la lista.
–¿Martínez Martínez?
–Sí. Te ha tocado. Je, je.
–Ese tipo es insoportable.
Mientras me ponía la cazadora me di cuenta de que, preocupado, repasaba los nombres.
–¡Eres un mentiroso!
–Ja, ja.
–No, si seguro que el tipo ese se presenta. Con la suerte que tengo.
–Bueno. Que me voy. ¡Suerte!
Afortunadamente, no había nadie en el callejón. Hace tiempo que salimos por la puerta de atrás. Muchos ya no se conforman con gritarnos.
Juan Pedro Ortega Sánchez
Uh. Los funcionarios como chivos expiatorios. Son unos vagos.
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