Mi manto, el manto que me permitía sentir cierta corporeidad, se deshilacha, va desapareciendo, cada vez es más pequeño. No sé qué quedará de mí cuando todo acabé. ¿Será el fin?
Al menos, no tendré que soportar sus risas, sus burlas, que me lancen líquidos, restos de comida. Quizá ahora podré recorrer la casa sin que noten mi presencia, más tranquilo. Podré observarles sin que sospechen que les espío. Seré yo quien se burle de ellos.
Juan Pedro Ortega Sánchez
Al menos, no tendré que soportar sus risas, sus burlas, que me lancen líquidos, restos de comida. Quizá ahora podré recorrer la casa sin que noten mi presencia, más tranquilo. Podré observarles sin que sospechen que les espío. Seré yo quien se burle de ellos.
Juan Pedro Ortega Sánchez
Tribulaciones de un fantasma o demostración de que no hay mal que por bien no venga. Simpático y ocurrente.
ResponderEliminarMe acabé imaginando la mantita de Cantinflas en vez de una sábana que se iba quedando en el espíritu de una prenda de cama!
ResponderEliminarMe he reído mucho. Un saludo
Ingenioso y simpático. Pero dramática la situación de este fantasma menguante o, al menos, su ropaje. Que parece una transición hacia otro nuevo fantasma del propio fantasma. ¿Continuará?
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