Le quitó el cargador y guardó la pipa en la sobaquera. Luego entró
en aquel antro donde empezó un día de policía.
Le envolvió el humo de los cigarrillos y la música de Armstromg.
Exactamente como entonces. Como cuando se creía en el lado de los buenos.
¿Cómo se había ido volviendo todo tan gelatinoso después?.
Pidió un scotch. Clara lo miró como cuando antaño lo despertaba en la cama: entornando los balcones de sus ojos.
-Huele a madero .- Gritó alguien desde el fondo.
El sacó el arma, sin balas, lentamente.
Se hizo un silencio también lento. Tal vez como cuando los escarabajos hacen el amor o se ahogan las plantas en la inundación.
Nadie se atrevió a darle una muerte con grandeza, de frente, como él buscaba.
Solo sintió el rompehielos por la espalda. Cómo le entraba por entre las costillas.
Se volvió sobre el mostrador y vio los ojos azules y fríos de Clara.
-No es nada personal, sól o business.- Le dijo.
Fue lo que más le dolió.
Francisco Rodríguez Tejedor
Es pura serie negra, Francisco. No falta de nada: música de Armstrong, un policía en declive, una mujer fatal, un rompehielos... Un clima y una escena muy logrados.
ResponderEliminarSaludos de El Manco.
Gracias Manco. La verdad es que últimamente me gusta mucho la novela negra. Leerla y también escribir sobre ello. Un abrazo.
EliminarCasi puedo oler el local,
ResponderEliminarun saludo. marga.
Me agrada y me alegra haberte podido acercar de esa forma a este escenario. Abrazos.
EliminarUf..estos asesinos a sueldo y esas víctimas de un pasado que salen cual zombies a recuperar la vida.
ResponderEliminarNo puedo comentar en tu blog, como solía. Desde aquí, mi abrazo
Muchas gracias Albada. Estoy intentando dar otra orientación al blog, debido al mayor protagonismo de las redes. Pero yo seguiré visitando y comentando el tuyo. Un abrazo.
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