sábado, 31 de mayo de 2014

Unheimlich

El pequeño fantasma ululaba, aullaba, casi tronaba. Ora se encogía, ora se estiraba, cual minúscula visión informe, tan dúctil es la sustancia de la que vienen hechos los espectros. No alcanzaba a estabilizar su estructura y su sabanita victoriana mal le cubría, revoloteando indecisa entre dibujar volantes de odalisca, pliegues de capa cruzada o bucles de púrpura imperial.

-Baldomarius, al niño le pasa algo.

Quien así habla es su madre, espíritu descabezado de asesina medieval.

-Ha recibido lecciones de fantasmal gallardía, y su maestro Walpurgis es en su arte el mejor. Vuelto ya de su castillo, en la bien lejana Umbría, demuéstranos con su gesto la pericia del mentor.

Sepan que en vida, Baldomarius fuera un lírico mediocre, y nada había mejorado su presunta ars poética en muerte, en su cargo de aparecido principal.

Una voz profunda, venida quién sabe de qué abisal más allá, sentenció en magistral y docto eco:

-Baldemarius, orgulloso cabezota. Appendix filius tuus inflammatus est.



Somnus Tuus

UN MAL VIAJE (a propósito de “El Beso” de Gustav Klimt)

Dicen que con el ácido no existe la sobredosis, pero no me fío. Yo tengo unas doscientas pulsaciones y mi compañera ha perdido la consciencia. El suelo del apartamento se ha convertido en un jardín refulgente, en un deslumbrante caleidoscopio multicolor, y de él surgen centenares de luciérnagas voladoras que nos rodean zumbando como avispas. Inesperadamente nuestros cuerpos comienzan a elevarse y percibo que flotamos ingrávidamente en un espacio desconocido. El vértigo me sobrecoge, siento en mi estómago una presión insoportable y de mi boca brota impetuosamente un torrente de lava incandescente que incendia nuestras ropas. Desbordado por el pánico, miro a mi chica que, con los ojos cerrados, permanece remota y ausente. Noto entonces que me separo de mi cuerpo y al momento contemplo a un hombre llameante que inequívocamente soy yo y que, con voz angustiada, zarandea y suplica a su compañera, mortalmente pálida: “¡Despierta! ¡Despierta!”.

El Manco del Espanto

jueves, 29 de mayo de 2014

LA SENTENCIA



Después de dos años de juicio Joaquín se dispuso a escuchar la sentencia que por juicio de bigamia le habían comenzado.

El Juez lo encontró inocente y lo mandó para su casa.

Al salir del juzgado Joaquín sacó una moneda, la tiró al aire para decidir a cual de las dos se iba.



LUIS BRUNINI

lunes, 26 de mayo de 2014

Tantibus

Érase una vez una tienda de animales. Una alegre confusión reinaba en su escaparate, una algarabía de tanques, jaulas y terrarios, donde sus variopintos moradores hacían sonar trinos y maullidos, más a orquestilla matinal que a trifulca nocturna.

Allí descubrí la pecera. Su dueño era un magnífico betta, cuya imagen distorsionaban los cristales multicolores que lo aislaban del mundo. Los otros animales formaban a su alrededor, cual espiral de picos y bocas abiertas, mientras él los colmaba de condescendencia y agresividad.

Yo observaba fascinado sus iridiscentes evoluciones y aguardaba en silencio, hasta que decidió comunicarse conmigo. Con el tiempo, creí haber descifrado los mensajes, escuetos y ásperos, que emitía a través de su laberinto. Me parecieron reveladores. Tanto que, ingenuamente, me permití soñar que pertenecía a su mítica especie. Llegué incluso a preguntar su precio y aún así, me encariñé con él.

Un día se revolvió contra mí y sin un crujido de despedida, se esfumó. Lo intuyo aún en su pecera, soberbio y prepotente, con un rastro de crueldad embelleciendo sus escamas, en un vano intento por ocultar su vulnerabilidad. Un dagón monomorfo herido de egolatría.



Somnus Tuus

Una historia

Eran días en sepia; días de jovenes vestidas de uniforme revoloteando alrededor de severas monjas, de cuadernos con olor a goma de borrar y tirantes colas de caballo sometiendo hirsutos rizos.

Treinta rostros se arremolinan en las ventanas para ver pasar las estaciones, el mundo exterior y sobre todo, sobre todo… ver pasar a los chicos del colegio de enfrente.

Todas tímidas, todas curiosas, pero una y solo una con el alma desbocada y el cuerpo en llamas.

Sólo esa se saltará verja, escalará las ventanas y cuchicheará por los rincones incapaz de silenciar su dicha… y un buen día, sin previo aviso, esa niña desaparecerá para siempre de nuestras aulas.

Preguntaremos por ella muchas veces, pero ante las esquivas respuestas, terminaremos por olvidar.

El curso seguirá y sin darnos cuenta llegará el día en el que las verjas del colegio se abran por última vez para dejarnos salir en tropel, marcadas por un objetivo común “Vivir”

Será entonces cuando quizás reencontremos a nuestra antigua compañera que nos observará esquiva, desde el parque en el que vigila a su pequeño.

De la vida de las demás también he sabido, pero eso es ya … otra historia.



desasosegada

domingo, 25 de mayo de 2014