Bebió la amarga cicuta. Que era todo su dolor. Y luego apagó la luz de su horizonte.
Permaneció en tinieblas todo lo que pudo. Hasta no sentirse absolutamente nada: una mota de polvo en una cueva oscura, por donde nadie pasa.
Luchó a abrazo partido por dejar de ser él.Y tampoco quiso que quedaran huellas suyas.
Pero era un corcho insumergible. Un musgo inverosímil, que se cosía, a su pesar, a una brizna de tierra.
No quería afrontar el peligro de vivir. Pero, ¿quién era él para decidirlo?
Pensó en los demás. Que andaban arrastrando sus cadenas. Persiguiendo un rayo de luz que, al final, no duraría.
Por eso, él buscaba, antes que nadie, su propia oscuridad. Que sería la empalizada de su trinchera de la nada absoluta.
Y esta, a su pesar, se le resistía.
Un rayo de luz iluminó la estancia. ¿Quién manda en el amanecer? - se dijo en voz alta.
Tú no, le dijo el eco. ¿Eres tú acaso el candil de la vida?
Franc isco Rodríguez Tejedor
Precioso!!! Estamos hechos para resistir, he visto mil veces erguirse la vida tras el paso del ciclón del dolor o la desesperanza, cuando creemos que el futuro es imposible, cuando deseamos como nuestro amigo que no haya mañana.
ResponderEliminarNo es bueno, ni es malo, es así.
Caigo por casualidad y empiezo a leer. Quedo prendado de las palabras. Sigo, reconociéndome.
ResponderEliminarAl final, encuentro tu nombre.
Recuerdos remotos, casi olvidados. Bueno, eso nunca.
Saludos, G. Palafox
Cormorán, he escrito tres libros, el segundo: "Los mejores 101 momentos de amor", dedicado a vosotros, mis primeros maestros. Sé que tú también has retratado aquel tiempo, recientemente lo he sabido, por favor dime cómo puedo hacerme con tales instantáneas literarias. Pero, si vuelvo a este sitio, es solo por tener el placer de encontrarme con aquellos ecos, como el tuyo, o como el de Albada, Veintiuno y tantos otros, que me recuerdan la esencia de lo que es un auténtico escritor. Para que no se me olvide,ni se le olvide a aquellos que lo practican leyendo este blog. Que empezó gracias a una labor generosa y altruista de gente que tenía mucho que enseñar y poco que ocultar. Un abrazo y gracias por tus cariñosas palabras.
EliminarCuando edité el libro traté de contactar contigo pero no lo logré. Lo hice, creo recordar, a través de tú blog. Si quieres, contáctame por mail. luiscormoran@hotmail.com.
EliminarSaludos, Luis
Sabes que tú, y tu Desasogada, erais uno de mis hitos en este blog. No por nada, sino por la calidad y el sentido crítico de tus comentarios. Es un verdadero placer regresar aquí y encontrarte tan lúcida, creíble y
ResponderEliminarempática como siempre. Me encanta leerte, aprenderte y escuchar tus comentarios, tan literarios y aprovechables como siempre. Un abrazo.
Es que la esperanza de sobrevivir es lo último que se pierde. Es así, como dice otro comentarista, muy bien. Pero no dice por qué.
ResponderEliminarYo tampoco lo sé.