miércoles, 20 de enero de 2016

Las cosas claras

Dice mi madre que soy una maniática, bueno lo dice mi madre, mis alumnos, mi novio y hasta el pájaro cuando le cambio el alpiste a las 7:30, exactamente, a las 7,30 de cada mañana.
Pero yo discrepo ellos, lo que ocurre es que soy una persona a la que no le gustan los cambios.
Me encanta desayunar un café con seis galletas María. Seis, exactamente seis, porque con cuatro me quedo con hambre y con ocho empachada ¿qué le voy a hacer?
Adoro sentarme frente al monasterio abandonado y verle recortarse a la luz de la media tarde, no por la mañana con el sol en los ojos, ni a medio día al borde de la insolación, no, me gusta justo a media tarde.
Bueno, pues eso me pasa con todo.
Hoy, por ejemplo, ha sido un día azaroso para mí
He llegado a clase y los niños me han dado un ramo de flores ¡a quién se le ocurre!, como es natural me he emocionado y ya no he dado pie con bolo en toda la clase.
Luego, en el almuerzo, una compañera me h a dado, sin previo aviso, dos besos en pleno patio… un apuro terrible.
Incluso mi novio parecía dispuesto a darme el día y se ha presentado a buscarme al trabajo, cosa que no había hecho jamás y claro, yo…unos nervios.
Por suerte cuando más desconcertada estaba, ha llamado mi madre para felicitarme. En ese momento he colocado en mi cabeza la plantilla de “cumpleaños” y todo ha encajado.
El resto del día ha sido previsible y perfecto.
Pero, vamos, maniática no soy, más bien, digamos, organizada.

desasosegada

martes, 19 de enero de 2016

Ascendiendo

Voy a perderme en tu escalera. Entre los escalones de espuma de un fondo marino con burbujitas de mar. En el ascenso, hacia al cobijo de las palomas de esa azotea de guardianes de los sueños, me dejaré mecer por las imposibles esquinas de tus deseos. En el ascenso.
En el ascenso, deslizándome entre la brisa lunar, remontaré, entre irisadas burbujas, las curvas de tus desilusiones, y de mis cuitas. A horcajadas de mis dudas y de tus miedos. En en ascenso, cerrando los ojos con vendas de heridas resanadas, subiremos...sin resto ya de lamentos.
Y llegaré a lo más alto de tu edificio maltrecho, a golpes de ausencias rancias, a fuerza de pretendidos logros, y de desaprovechados ecos. En el ascenso lento de esa maroma que nos ancla a esos íntimos sueños, tomaré tu mano, para llevarte conmigo. En el ascenso.
Albada

Llegas tarde, David Bowie

Llegas tarde, David Bowie. Te esperábamos antes porque ya rebasabas los méritos para estar entre nosotros. Siempre corrieron rumores de que vendrías. Al fin llegas. Ha sido una larga espera. Lou, impaciente, ha vaciado cargamentos de botellas de ron, buscando en sus entranas, cuándo llegarías. La sonrisa de Freddy se ha ensanchado al cumplir su promesa afeitándose el bigote: «Cuando llegue, me afeito. Yeah!». Después de mucho buscar hueco, Amy podrá enseñarte su tatuaje nuevo: un camaleón con ojos de diferentes colores. Vamos, que aquí estamos la mar de alegres, encendiendo las velas de la tarta de recibimiento, la tarta de los «no más cumpleaños». Lástima que ellos se queden tan tristes, ahí, llorándote. Al fin y al cabo, tienen tus vinilos. Nosotros por fin celebraremos tu venida. Ellos, que pinchen la espiral infinita de tus discos. En sus estrechos surcos no cabe la muerte.
La lengua salvada (Mikel Aboitiz)