domingo, 19 de septiembre de 2010

Obsesión

Nunca había visto una mirada que encerrase tanto fuego y ferocidad como aquella. Sentada al lado de la portavoz del jurado, le observaba y escuchaba pero no eran palabras las que asomaban a la boca del presunto culpable. El habíaa intercambiado, tergiversado y traspasado la lí­nea del amor por la de la obsesión. Escalofrí­os como latigazos me recorrí­an la espalda.Su amada se hallaba en un encierro infinito, para él no habrá encierro suficiente ni barrotes que apaguen ese fuego enfermizo.
Vanadis.

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