El ramo de rosas resaltaba en la habitación. La llenaba, la colmaba de perfume y color. Igual que él, que saturaba su vida, su espacio y su tiempo, hasta la extenuación. La inundaba de tal forma que la rebosaba…exactamente igual que ese ramo, que de tan excesivo ya resultaba nauseabundo. No podía herirlo, era su forma de querer. El teléfono sonó. Una amiga de la infancia. Recién divorciada. Sonrío, su problema parecía tener una solución.
Damadeltablero.
Me gusta, dama, no sólo porque está bien resuelto sino porque es muy evocador y termina con un punto de humor y de suspenso.
ResponderEliminarA mí me ha gustado el contraste entre el ramo de flores, que es el símbolo de la belleza por excelencia y, por tanto, el regalo de amor más expresivo, y el agostamiento de ese amor. Que entiendo se produce más que por sequía, por todo lo contrario. Por un exceso de agua.
ResponderEliminarDos imágenes muy poderosas.
El sentirse querido a veces, resulta paradójico en toda su extensión. Cuando nos falta el aire propio, de nuestro contorno más proximo, todo es excesivo. Me ha gustado de la forma que has expresado ese sentimiento. Vas a más de una forma imparable... y yo que me alegro.
ResponderEliminarBien conseguido ese mr, Dama. Los excesos siempre resultan mosqueantes, y hasta la humedad se convierte en babas, jajaja
ResponderEliminarPodrías intentar concentrar algo más el arranque, dama. ¿Necesitas 5 lineas para decir que el ramo y él eran igual de abrumadores? Y luego el final se me queda corto, cómo queriendo saber más...
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