Hasta que un día, harto de remar a favor de corriente, dio un golpe en la mesa y le hizo un corte de mangas a la mediocridad.
Le llamaron loco y le arrastraron por el lodo.
Nadie le tendió la mano para ayudarle a salir de los charcos.
Con la cabeza agachada y el orgullo entre los dientes, regresó a la línea recta, pero no le resultó nada fácil volver a caminar
Cronopio
A pesar del final amargo, no sé porque, creo que lo intentará de nuevo
ResponderEliminarEs un relato muy valiente, Cronopio. Con un mensaje muy potente y esperanzador, para todos los que se conforman con "sobrevivir" y no intentan por miedo, revelar su existencia y disfrutar del día a día con todas sus consecuencias. Y estoy seguro, como bien dice, Luis, lo volverá a intentar las veces que haga falta, para trazar su propia línea, ya sea recta, en espiral o de cualquier forma, pero suya. Es muy bueno.
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