domingo, 24 de octubre de 2010

Hagan juego

Pedí otra carta y luego otra más. Me planté. Nos miramos a los ojos, la suerte estaba echada. Llegué a casa, dejé las llaves en el cenicero y sin quitarme el abrigo me senté a su lado en el sofá. Veía la tele en silencio, con la mirada perdida. Le dije que se tenía que ir, que ya no era su dueño. Sin mirarme se levantó y se marchó sin hacer ruido. En el revolver cinco balas sin huecos. La suerte estaba echada.
Cormoran

1 comentario:

  1. Te felicito. Es imposible plantear más interrogantes en menos espacio.

    ResponderEliminar