Un alter ego cínico y descreído deseando desvelar secretos. Una anciana atrapada en su piso sin ascensor a la que ningún hijo llama. Un ingeniero incomprendido inventor del puente sumergible. Una abogada que saborea en su boca un beso de despedida mientras su cliente es sentenciado a muerte.
-¡Dejadme en paz! – les grito.
Y es que hoy tengo ya bastante con lo mío.
Rodia
La excentricidad invadiendo lo cotidiano. Me gusta mucho el relato, Rodia.
ResponderEliminarMe parece genial, Rodia.
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