martes, 30 de noviembre de 2010

Autoimagen

Su rutina diaria era mortal de necesidad, de puro y brutal tedio. Comía, subía las escaleras, se acostaba, bajaba, volvía a comer, se asomaba al balcón. Reiterado "ad nauseam". De ese modo ha engordado hasta aparentar una bola, y su cerebro se ha atrofiado hasta no alcanzar ni el nivel del de un ratón. ¿Será un problema de autoestima, o, simplemente, de que no se sabe reconocer al espejo? Creo que mañana la voy a llevar al veterinario. A mi gata, por supuesto.

tapia


0 comentarios:

Publicar un comentario