viernes, 12 de noviembre de 2010

Diosa de la noche

El joven cubrió sus delicados rasgos con una gruesa capa de maquillaje, untó sus labios con carmín y alargó hasta el infinito sus pestañas. Una peluca amarilla enmarcó su rostro, mientras el estrambótico vestido que tanto había deseado lucir intentaba ajustarse a las falsas curvas de su cuerpo. Llegó al pub con la autoestima subida a sus tacones, pero volvió a su casa descalzo y cabizbajo. Se sentó en el sofá y abrió la lata. Con una película romántica de fondo, engulló los chocolates bañados en lágrimas.

Saryle

2 comentarios:

  1. Sara, te acabo de dar la máxima puntuación. Le has puesto cara a un sentimiento. Lo has vestido a su aire. Has recordado lo que no puede ser aunque lo sienta. Orgulloso de lo que nunca sería. Perdido en lo que aparenta, vuelve a casa y sufre en el silencio que ofrece una televisión muda, las lágrimas de un sueño sin cumplir. Gracias, por rebuscar donde nunca hubo nada.

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  2. Este relato me ha emocionado escribirlo, he sentido su ilusión al arreglarse para salir, su desilusión al volver, sus lágrimas. Y hasta he llorado con el final. Como una película romántica. Gracias por comprenderlo tan bien, veintiuno. Saludos.

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