sábado, 13 de noviembre de 2010

En Viena.

Sin pensárselo tomó el funicular. Según ascendía el alumbrado de la ciudad se alejaba. Sobre el Prater la niebla difuminaba las luces de las farolas y de los anuncios. Miró hacia abajo, la gran noria giraba de forma fantasmal. Los chirridos del funicular le ensordecían, al cabeza le daba vueltas, sintió miedo de sus propios deseos y cerró los ojos.

Marsa


2 comentarios:

  1. Lo he releído, y compruebo que así y todo, se me ha colado un par de erratas. ¡Cachis!

    ResponderEliminar
  2. Me has hecho recordar a esta bellísima ciudad a la que no vuelvo desde hace muchos años y a la que pongo de nuevo en mis urgencias. Gracias

    ResponderEliminar