viernes, 12 de noviembre de 2010

Fraternal

Hacía años que no sabía nada de él. Busqué el número en mi agenda y, reuniendo coraje, telefoneé. Al contestar, noté que no me había reconocido, pero le dije quién era. Hablamos largo rato con heladora frialdad. Finalmente, hablamos de nuestra madre. Yo le daba noticias de mi madre, es decir, la suya, que se mantuvo a mi lado durante toda la conversación. Y oí que él se dirigía a su madre, es decir, la mía, para explicarle que le llamaba alguien que pretendía ser su hermano.

tapia


1 comentario: