lunes, 15 de noviembre de 2010

Libertad de prensa

Eran días turbios en el olimpo. Apolo, no paraba de encomendar tareas a Mercurio. Este, siempre presto, iba y venía, portando la información. A veces, para distraerse, cambiaba palabras y el orden de estas. Casandra, la ninfa más deseada por el portador de la belleza, se enamoró de lo que un día escuchó por boca del dios volátil y quiso dejarlo allí con ella. Apolo viendo que tardaba, salió en su busca. Al verlos allí, enfurecido de vanidad, disparó con su arco siempre certero y calló sus palabras
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1 comentario:

  1. ¡El ansia de libertad!, el amor, los celos... los dioses a imagen y semejanza de los hombres. Me gusta, sí.

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