jueves, 11 de noviembre de 2010

No digas que no

El hombre se acercó al puesto de comidas. La vieja de mirada insana revolvía constantemente su guiso. Ese olor turbio e indefinido presagiaba un gatuperio de ingredientes, sin duda indigesto. Se disponía a seguir su camino cuando ella, esbozando una sonrisa desdentada, levantó el cucharón humeante ofreciéndole probar. Ante su negativa, la desquiciada bruja extendió sus garras y lo introdujo en el guiso. Cucharón en mano preparó una sonrisa. Otro joven se acercaba.


Saryle


3 comentarios:

  1. Muy divertido este relato de brujas, Saryle. Y muy bien escrito.

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  2. Gracias, Hawk. Me apetecía hacer algo fantástico. Y qué mejor que emplear a una bruja malvada y a ingenuos paseantes de protagonistas. Saludos.

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  3. ¡Has transmitido tan bien, en el relato, el misterioso mundo de las brujas... que ya nunca volveré a entrar en un comercio de comidas preparadas, con la misma sensación, como hasta ahora!. Qué imaginación tan fértil, tienes, Sara.

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