La imagen que proyectaba era impresionante. En lo social era considerado un ejemplo. Profesionalmente era máximo exponente de vanguardia y buen hacer. En casa, entraba dinero a espuertas. Todo lo demás le era ajeno.
Antes de acostarse, se desvestía con paciencia infinita. Cada noche le suponía más esfuerzo. Ya no sabía donde colocar tanta ropa. Cada prenda que se quitaba, encontraba otra debajo... y otra. Horas más tarde, cansado, apagaba la luz y perdido en la cama buscaba una explicación.
21
Tanta capa para esconder su verdadero ser...si le cuesta quitárselo, cómo será por la mañana...uf, qué pena.
ResponderEliminarEstupendo micro, 21.
@damadeltablero
ResponderEliminarHay tantos así. Qué bien me sigues, dama. Gracias, un abrazo.
Coincido con Dama, 21, es buen enfoque y buen micro.
ResponderEliminarEstupendo mr, Veintiuno, muy bien presentado y conducido con la naturalidad que te caracteriza. Me has dejado preguntándome por todas las hojas de cebolla que tal vez me sobren. enhorabuena
ResponderEliminar@mirina
ResponderEliminarGracias, mirina.
@gabrielpalafox
ResponderEliminarEs lamentable que algunas personas tengan que disfrazarse tanto en el día a día, para llegar dónde no les lleva lo que son en la realidad. Patético. Oye, Gabrielpalafox, las hojas de cebolla, son otra opción. Gracias por tu ayuda.
La explicación no la hallará nunca ni en la ropa, ni en el dinero, ni en la fama y la cama llegará a ser un océano inmenso de soledad. Buen mr. 21!
ResponderEliminar@Vanadis
ResponderEliminarGracias, amiga. Este tipo de personas son ajenas a sus males, por la inconsciencia de estos.