sábado, 11 de diciembre de 2010

Filantropía

Recibió una llamada telefónica inesperada. La interlocutora había oído en la radio que a él y a su mujer les habían despedido, sin posibilidades reales de volver a trabajar, a sus más de 50 años. Que, con dos hijos, uno de ellos con leucemia, y una hipoteca monumental, tenían ante sí un futuro imposible. La había conmovido su historia. Les ofrecía su casa. Aceptaron. La primera noche compartieron con su benefactora unas gachas y sopa de ajo y pan, lo único que ella se podía permitir.

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