martes, 7 de diciembre de 2010

Herencia

Ella susurró muy quedo en su oído unas palabras con las que por fin abrió sus ojos, cerrados por el peso de los párpados que apenas podía ya soportar. Hacía mucho tiempo que lo esperaba, y tiempo ya no quedaba. Sin mover la cabeza, pues sus músculos habían dejado de responder, lo miró, sonrió sin ningún gesto facial e inició la transferencia. En pocos minutos, todo había acabado. Él dejó de sufrir, y su hijo había heredado de él la sabiduría y las emociones acumuladas durante toda una vida.

tapia


2 comentarios:

  1. Tiene un no se qué de tradición antigua combinada con ciencia ficción que me ha gustado, Tapia. Y ojalá la transmisión del conocimiento fuera así de fácil y útil, porque generalmente, gran parte de la sabiduría acumulada durante las vidas, se pierde.

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  2. Este relato está inspirado en un gran amigo mío, que murió hace 2 años de ELA, relativamente joven. Hablé con él pocos días antes de morir. Me dijo dos cosas: La primera, que moría con la tranquilidad de haber transmitido a su hijo todo lo que sabía. Y la segunda, literalmente: "La sabiduría está en los otros". Mi amigo era el hombre más sabio que he conocido. Y también el más modesto. Muy rara combinació.

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