Una copiosa cena de Nochebuena malbarató su amígdala cerebral, a consecuencia de lo cual perdió toda noción de miedo. Sin darse cuenta, y con arrojo suicida, se embarcó en relaciones imposibles, causas perdidas y quimeras irrealizables. A punto de sucumbir ante tanto dolor, tuvo la suerte de fulminarse el correspondiente centro neurálgico en un exceso de Nochevieja.
Blogged with MessageDance using Gmail

0 comentarios:
Publicar un comentario