Con el corazón en un puño, te perseguí por la ciudad, perdida toda noción de tiempo. Encontré signos inequívocos de pasos que dimos juntos. Más allá, aromas de sueños que habíamos compartido. Y, aún más lejos, restos de pensamientos tuyos, que reconocí como míos. Inequívocas pistas que me conducían inexorablemente hasta ti. Detuve en seco mi persecución y volví despreocupadamente por donde había venido.
a todos...todos
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a todos...todos

No habrá sido tan despreocupadamente...
ResponderEliminarEl relato dice que despreocupadamente.
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