miércoles, 12 de enero de 2011

No te olvides de Haití

El sol se recorta en el horizonte y el diurno bullicio se apaga en el campamento.
Es entonces cuándo a Guerline se le disparan todas las alarmas.
Se tumba, abrazada a su hija, intentando descubrir los ruidos aún no producidos.
Un simple crujido hace que su corazón estalle, porque así fue como empezó el infierno, después llegó el horror, luego el asco y finalmente el dolor.
El día las sorprendió tendidas en el suelo, violadas y medio muertas.
Desde entonces, en los ojos de su hija, sólo ve vacío.



desasosegada

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