miércoles, 2 de febrero de 2011

El extraño brillo de las pistolas

Otra vez, otra vez se oyen esos malditos gritos y yo me encojo en la cama: "Que se callen, que se callen ya, por favor"
Pero no, los ruidos siguen y siguen y yo lloro y lloro.
Cuando vuelve el silencio, me levanto sigilosa y allí está siempre mamá, llorando.
La abrazo fuerte y pienso en las ganas que tengo de ser mayor, para alejarla de este infierno.
Hoy al llegar del colegio la he encontrado en la mecedora: serena y con los ojos brillantes, el sol hacía resplandecer en su regazo una pistola.


desasosegada

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2 comentarios:

  1. Bien por esa pistola y, sobre todo, por encontrar el valor de usarla.
    Un saludo

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