Gota a gota, el deseo fue roturando nuestros cuerpos (minados de tiempo perdido y deudas ganadas) y, sin posibilidad de huída, no pudimos hacer otra cosa que dejarnos llevar por la torrentera.
Obviamos los límites de la piel y aprendimos a fundirnos y a reconstruirnos sobre la marcha, amparándonos en las sutiles lecciones que la noche iba desgranando a ritmo cadencioso para nosotros.
Cronopio
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Obviamos los límites de la piel y aprendimos a fundirnos y a reconstruirnos sobre la marcha, amparándonos en las sutiles lecciones que la noche iba desgranando a ritmo cadencioso para nosotros.
Cronopio

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