Pero la vida sigue; crecemos, amamos, triunfamos o no pero esa casa sigue siendo la nuestra y en su interior hay siempre lo mismo; una mano tendida.
Hasta que un día, cuándo llegamos al umbral, la encontramos cerrada, llamamos desconsolados, hasta que comprendemos que desde hoy y para siempre estaremos un poco más tristes y mucho más solos.
desasosegada

…y que tan bien has sabido contar, desasosegada.
ResponderEliminarTus palabras llenan, Marga, aunque hablen de vacío y ausencias. Un beso.
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