sábado, 28 de mayo de 2011

Inalterable fe

De la noche a la mañana, por alguna razón que sólo él conocería, colgó los hábitos y se vistió a partir de entonces con ropas claras y desenfadadas, aunque por dentro mantenía intacta la fe. Un día vio a un pobre niñito solitario y se acercó en actitud humilde y piadosa hacia él. Ay qué rico, le dijo mientras le ponía una mano en la cabeza, ¿quieres que te enseñe una cosita, guapo?


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