lunes, 13 de junio de 2011

El ojo de la cerradura

La casa de la abuela estaba llena de misteriosos espacios y ruidos enigmáticos
En el piso de arriba había una puerta oscura que me tenían prohibido flanquear.
Cuando pregunté que había allí, con aquella mano izquierda con la que entonces trataban a los niños, me contestaron "tú obedece y calla"
Miré por aquel irresistible ojo de cerradura durante meses y siempre veía lo mismo; una ventana abierta con las cortinas bailando al viento.
Por fín me decidí y entré, ese día perdí la inocencia.


desasosegada

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