Aquel día de octubre llegaste a mí y te aferraste a mi cuello. Decidiste que tus días a mi lado serían eternos y que nos amaríamos por siempre. Sin embargo, la muerte no distingue entre almas cándidas y almas pérfidas, merecedoras del ocaso. Te llevó antes a ti. A mí me dejó con el cuchillo manchado de sangre en las manos.
Saryle
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Saryle

Impresionante, Saryle. ¡Éste es de los míos, jajaja! En serio, un final sorprendente. Muy bueno.
ResponderEliminarMe gusta y ese salto final sorprendente.
ResponderEliminarYa se nos ve el plumero iba a decirte que el final es digno de Hank y resulta que ya lo ha dicho él, Jeje.
Un beso
Me ha encantado Sara.
ResponderEliminarGracias, Hank. Me he aficionado a tu estilo :) Un abrazo.
ResponderEliminarHola Marga. Ya ves, se adelantó :) Me alegra que te haya gustado el micro y aprovecho para reiterarte que, aunque no comente a menudo, leo siempre tus relatos y me encantan. Un beso.
Gracias Francisco por tu comentario y por pasarte por mi blog. Un saludo.