Sentado a horcajadas en su silla de enea, al fresco de las noches de agosto, relataba, casi ritualmente, viejas historias (mitad reales, mitad inventadas; siempre las mismas, siempre distintas) ante un público incondicional y a un tiempo severo formado por un corro hipnotizado de nietos propios y ajenos.
Cronopio
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Cronopio

Que bonito, crono.
ResponderEliminarEvoca viejos tiempos, ahora desgraciadamente a los ancianos ni les dejamos hablar y si se les ocurre no les escuchamos.
Gracias Marga. Se trata de un breve compendio de recuerdos de veladas veraniegas, y a la par, de un humilde homenaje a esos abuelos que nos regalaron, desinteresadamente, tan hermosos momentos. Es una verdadera lástima, como dices, que esos rituales de agosto nos suenen ya, poco menos que a prehistóricos.
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