Sirva la presente misiva para comunicar que esa entidad me adeuda unas botas.
Aquel día el metro se bamboleó más de lo normal, amén de que como era hora punta tuve que apretujarme contra un señor, cuyos olores corporales precipitaron lo irremediable. Me mareé.
Aguanté como una jabata hasta la siguiente parada y salí como una flecha hacia la papelera salvadora... cuando ya era tarde comprendí que no tenía base y vi mis botas destrozadas.
desasosegada

Jeje, espero por tu bien y el de tus botas que esto sea solo un cuento y no te haya ocurrido.
ResponderEliminarCasi todo lo que escribimos es rigurosamente falso, pero en este caso no, el hecho fué así.
ResponderEliminarLo que ocurre es que por suerte para mi, el protagonista fue un amigo, la verdad es que no pude ni echarle una mano porque me pasé la mañana carcajeándome. Afortunadamente la vida siempre da algún motivo para reirse.