miércoles, 16 de noviembre de 2011

Asumiendo riesgos

Fue tanta la crispación y el dolor de nuestro final, que confundí tranquilidad con felicidad.
Así que seguí adelante "sin pena, ni gloria", dichosa por serena.
Pero la vida, que urde sus trampas sin nuestro consentimiento, te coló en mi corazón, trastocando mis planes.
Y todo volvió a empezar; otra vez la pasión y la magia a la que siguió la costumbre y el aburrimiento para llegar al cansancio y al final, la soledad.
Algo aprendí en el trayecto; se puede subsistir sin riesgo, pero "eso" no es vida.


desasosegada


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