Enseguida se apercibieron de que les estaba contando una trola, le salían canelones por las orejas y llevaba manchas de carmín en labios y mejillas, su cara acalorada, una nariz enrojecida y unos ojillos achicados delataban una juerga anterior a su presencia en casa de los suegros, pero lo que le perdió definitivamente, fue la declaración del hermano pequeño de la novia, explicando con pelos y señales, la sesión de besos y caricias con la hija del vecino, en la puerta de al lado, ante su mirada.
Alfred
Alfred
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