Los días, meses, años, fueron cayendo como losas, encima de su ya larga y dilatada vida. El peso le hacía ir más lento, pero no menos decidido, en su caminar, por el sendero que le permitiera llegar, sin renunciar a sus convicciones, a compartir, lo recogido en el largo trayecto.
Alfred
Entre ese caer de los días como hojas de sauce, hasta los años como losas se adivina a alguien con suficiente tiempo vivido como para acertar con el peso y con el paso de caminar por senderos largos y saber hacer altos en el camino.
ResponderEliminarUn buen paseo.
Un abrazo
Gracias Albada, podemos hacer los pasos más cortos, hacer esperar el camino, pero no defraudar a los acompañantes.
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