viernes, 23 de marzo de 2012

Control

Tener el cañón de un arma apuntándote, mientras te piden la documentación personal y la del coche, da para pensar en muchas cosas y de una forma muy rápida.Procuras hacer los movimientos lentos y armoniosos, sin levantar sospechas, pues no sabes el grado de veteranía del dueño del cañón. Normalmente en situaciones así, es cuando los malditos papeles no aparecen en donde se supone que deberían estar, e intentas sonreír a un cañón que no tiene ninguna gracia, quedándote ahí en la cuneta esperando.

Alfred


2 comentarios:

  1. Describes muy bien la sensación de impotencia ante quien tiene el poder, y más si éste está protegido con armas.

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  2. Bueno, es una situación, en la que por desgracia, aún se puede encontrar mucha gente. Gracias por tu comentario. Un saludo.

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