jueves, 21 de junio de 2012

El milenio en la plaza

Juntaron las cabezas sobre un plano y ella prosiguió su camino a la oficina dejando atrás la estatua del Prim, y a las palomas.
De regreso a casa volvió a verle. La mañana había cerrado la duda que le llevó allí. Eva quedaba atrás. Entre dos mudas y una sexta edición, yacía una foto de ambos estampada en un punto de libro. Ella abría el milenio en la ciudad que albergó, por unas noches de Abril, a Mozart en el Bartrina y un aroma en el aire a Polo Sport, cuyo frasco azul, quedó por desenroscar


Albada


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