Desde niño le entusiasmaron los trenes. Pero sobre todo amaba el trabajo del revisor. Cuando cumplió la mayoría de edad adquirió una pequeña taladradora y se embarcó en el primer tren que paró en la estación de su pueblo. Pedía con esmerada educación los billetes y cada vez que picaba un ticket, un estremecimiento próximo al orgasmo recorría su cuerpo. Así continuó su clandestina actividad hasta que lo descubrieron y ahora pica piedras en una cantera de mármol. Menos da una piedra, murmuraba.
country49
Curiosa afición la de tu personaje. Vocación ineludible, diría yo. Aunque entre los tickets y las piedras se me antojan muchas estaciones intermedias, donde dar rienda suelta a su impronta, que entiendo no es más que, como la de cada cual, aspirar a dejar alguna huella en nuestro caminar. Saludos
ResponderEliminarInteresante comentario. Puede ser, en efecto, que el personaje sólo quisiera dejar huellas de su paso por la vida...pero también pudiera ser que tratara de taladrar ese virgo imposible y anclado en su inconsciente desde su más tierna infancia.
EliminarSaludos sin taladros
country49
Conocí a una niña que hacía tiras de papel, las juntaba e iba en busca de una taladradora. Era una forma de hacer confeti casero.
ResponderEliminarTodos su folios tenían dos agujeros para poderlos poner en carpetas de cuatro anillas, dejando siempre los cuadernos de espiral por no permitir ese divertimento.
Yo creo que con tu personaje habría hecho buenas migas.
Un abrazo country49
Querida Albada, pongamos en contacto a esa parejita de "taladradores" compulsivos. Puede que su felicidad no sea más que picar y picar dejando los redondos trocitos de papel sobrantes como mullidas alfombras que silencien sus amorosos pasos.
Eliminar.
Un abrazo
country49
La acción compulsiva de picar billetes de tren, no puede llevar a ser un picapedrero, ni que sea en Carrara, en plan Miguel Angel esperando una oportunidad para seguir con su vocación.
ResponderEliminarLo cual no quita que sea un brillante micro.
Un saludo.
Alfred, mi pequeño héroe colecciona ahora brillantes fragmentos de mármol en los que esculpe micro-joyas arquitectónicas. La última, la catedral de Burgos en una pieza de apenas dos centímetros.
EliminarUn abrazo
country49
Puestos a picar mejor picar unas aceitunitas acompañadas de un buen vermú o una cerveza fresquita. No sé si es una verdadera vocación pero si algo muy practicado en las terrazas del vasto territorio hispano.
ResponderEliminarUn saludo y enhorabuena
Lagartojuancho8
Joder, Juancho, me pones en un aprieto. Picar aceitunas con una buena pinta de cerveza no tiene parangón. El personaje bien podría haberse dedicado a este menester y además construir pequeñas obras de arte con los huesos.
EliminarUn abrazo y gracias por leer
country49